23 Ago Tratado 11
TRATADO N° 11
Los Títulos de Dios no están restringidos a un solo idioma
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Los Títulos no están restringidos a un solo idioma
PREGUNTA:
¿No es cierto que los traductores bíblicos cambiaron los nombres Hebreos originales de Dios (Elohim, Jehová, El, Elahh, Elowahh, Bethel, yTsur), a los nombres de Baal (Dios, el Señor; etc.)? Y si en realidad, los nombres del Creador son: Elohim, Jehová, et al.; y si Dios, el Señor; etc., son los nombres de los dioses paganos, ¿Por qué entonces le llamamos a El por éstos últimos?. {TN11: 2.1}
RESPUESTA:
Para comprender correcta y sólidamente, lo referente a las palabras en discusión, hacemos notar al lector, el hecho obvio, de que las diversas palabras hebreas mencionadas por el interrogador; como “los nombres originales del Creador”, siendo que todos son indicativos de algún aspecto o atributo de la naturaleza o del carácter Divino, por tanto, no son nombres sino títulos del Creador. Únicamente, el nombre Jehová, parece ser Su nombre propio; por eso, de aquí en adelante lo usaremos separadamente de los títulos. {TN11: 2.2}
Para hallar la verdad de esta doble y significativa pregunta, volvamos, no sólo, al comienzo de la nación Hebrea, sino al principio mismo de todas la naciones; es decir, a
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LA RAÍZ DEL PROBLEMA. {TN11: 2.3}
Observamos que cuando Dios creó a la humanidad, y se originó la adoración religiosa, El comunicó a Sus seres creados Sus títulos, en el idioma del Edén. Más tarde, al entrar el pecado, y al multiplicarse las gentes, y la maldad incrementaba, continuando así, aún hasta después del Diluvio; la ira de Dios en contra ellos, hizo que Dios, por la edificación de la torre de Babel confundiese “el idioma de toda la tierra,” y crear de éste, los idiomas de las naciones. En ese tiempo, los títulos originales de Dios fueron dados a las gentes en sus respectivos idiomas, porque los títulos de Dios en un idioma extranjero, no tenían significado alguno, porque las naciones no lo comprendían. {TN11: 3.1}
Ya que sus pecados, hacían aún más amplia la distancia, entre Dios y las gentes, ellos, para satisfacer el deseo de sus corazones por un Dios visible, se hicieron para sí mismos,
ÍDOLOS, MENCIONADOS CON LOS TÍTULOS DIVINOS. {TN11: 3.2}
En vez de darles nombres específicamente producidos para ellos, los que los creaban, les honraban con los títulos Divinos, con el fin de hacer parecer, a los ídolos; como si fuesen las imágenes de Dios, un engaño, el cual, es definitivamente originado, de tales evidencias manifiestas como, en la palabra, Elah, un título Hebreo de la
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Deidad, es utilizada por los pueblos rusos-eslavos como el título de sus reyes; y “Elohim es utilizado en muchos casos por los dioses de los paganos, quienes lo incluyeron con el mismo título del Dios de los Hebreos, y en general, cuando hablaban de la Deidad, la señalaban (de esa manera) como un ser supernatural” Diccionario de la Biblia, Smith, definición de “Jehová”. {TN11: 3.3}
De estas evidencias vemos claramente, que los nombres de los ídolos, son en realidad; no los nombres de los ídolos mismos, sino los títulos de Dios. En consecuencia, restringir el dirigirse a El en un idioma, el Hebreo, sólo porque Sus títulos fueron una vez utilizados, en honor de los ídolos, nos obliga a concluir, ¡que los dioses-ídolos de los paganos han derrotados a Dios, el Creador! ¡Qué pensamiento tan descabellado! {TN11: 4.1}
Por lo tanto, si debiésemos atribuir más santidad a las letras, expresando a la Deidad, en cualquier idioma más que en otro, éste debería ser,
SÓLO EN EL IDIOMA DEL EDÉN O EN TODOS POR IGUAL. {TN11: 4.2}
Si desde el principio hasta hoy, “la Tierra entera fuese de un solo hablar,” (Génesis 11:1) y no hubiese nunca llegado el día, cuando “el Señor confundió el idioma de toda la tierra” (Génesis 11:9) entonces, sólo los adoradores de Dios podrían dirigirse a El, en el idioma del Edén, Pero en vista del hecho, que desde ese tiempo a éste, la diversidad y confusión de idiomas han
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sido el destino idiomático de la raza humana, el Señor nunca ha restringido Su Palabra, a un sólo medio de expresión universal; sino más bien, lo ha ajustado a todos “los pueblos y multitudes, y naciones, y lenguas” de la Tierra, haciendo justicia a
LOS DIFERENTES TÍTULOS DE LA DEIDAD {TN11: 4.3}
Los judíos llamaron al Cristo esperado, “el Mesías,” sin embargo, quienes hablamos inglés, le llamamos el Ungido, porque en nuestro idioma, eso es lo que la palabra, Mesías significa. El título, el Ungido, no tiene significado para un Hebreo, tal como es el título Mesías, para un inglés, a no ser que el inglés y el judío hablen ambos Inglés y Hebreo, si no son las palabras interpretadas en sus respectivas lenguas. Asímismo, es el caso con las palabras, Elohim y Dios equivalentes en sus respectivas lenguas. Las multitudes de personas comunes que habla sólo el idioma inglés, no puede dirigirse al Creador inteligentemente, a través de una palabra ajena al idioma inglés. Por ejemplo: cuando al hablar de Aquel quien Creó todas las cosas, necesariamente, debemos llamarle con la palabra inglesa, “el Creador,” en vez de la palabra eslava, Sutvaritel, o con la palabra griega, Plasten. Así, como es apropiado decir, Creador o Padre, en inglés, al dirigirse, Aquel quien creó todas las cosas; luego, para ser consistente, también, debe ser apropiado en inglés, llamarle, Dios, en vez de llamarle por el título judío, Elohim. {TN11: 5.1}
Para el judío, las palabras, Elohim, Elowahh,
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Elahh, y El significan Poderoso, Creador, lo mismo que la palabra, Dios, en la acepción vulgar, significa que los anglosajones; la palabra, Otheos, al griego; la palabra, Bog, a los eslavos; Gott, al alemán; Gud, a la escandinava; Dios, al español, y Allah, para el turco. {TN11: 5.2}
Por lo tanto, las palabras de Elohim y sus variantes Dios, Theos, Bog, Gott Gud, Dios, Allah, Señor, y así sucesivamente, son, sin apretar, homólogos en sus respectivos idiomas, la significación general de todos ellos es, en un sentido amplio, la misma que la del nombre Inglés, señor, que es un título de respeto dado a un esposo, a un noble, a un propietario, a un titular, o incluso a un cierto personaje oficial. {TN11: 6.1}
Es a partir de esta acepción común de las palabras que tanto Dios como Señor se aplican a la Deidad, y no más de un punto de nombre propio que con la palabra, Padre. {TN11: 6.2}
Esto se ilustra con acierto por la primera plana “corte” de Augusto César. Este gran gobernante romano tenía como uno de sus títulos exaltados, el término “Pontifex Maximus”, porque se le rendía culto, en el sistema de Pagan, como su Dios visible en la tierra. Más tarde, este título fue asumido por el Papa de Roma. Así se hizo con los títulos de Dios por los adoradores de Baal. {TN11: 6.3}
Por otra parte, la estatua de Augusto no es el propio Augusto. Es solamente un ídolo de él, adorada por los hombres después de que ya no podían contemplar su presencia viva. {TN11: 6.4}
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Así que esta factibilidad exclusiva de la realeza, y aún de títulos sagrados siendo utilizados por personas envidiosas o aplicadas a imágenes, es una práctica, la cual, desafortunadamente, ha existido siempre, no hay nada que pueda ser realizado al respecto, mientras que los hombres continúen violando el mandamiento que dice: {TN11: 7.1}
“No te harás imagen, ni ninguna semejanza de que este arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque Yo Soy, Señor tu Dios, Fuerte, celoso.” {TN11: 7.2}
Todos los términos genéricos en los diversos idiomas son indicativos de lo qué Dios es, más bien de quién El es; en otras palabras, estos términos son los títulos de Su naturaleza y carácter; más que de Su propia identidad. Por eso, si no fuesen traducidos, en los idiomas de las naciones, no tendrían significado alguno, para la gente. {TN11: 7.3}
De las evidencias combinadas en la Escritura, la Historia, la Filología, y la lógica; vemos claramente, que las palabras Dios, Señor, et al., no fueron originalmente ni nunca en forma exclusiva, los nombres de Baal, o de algún otro ídolo. Consecuentemente, no hay
NADA MALO CON LOS TÍTULOS DE DIOS EN CUALQUIER OTRO IDIOMA. {TN11: 7.4}
Entonces, obviamente, aunque los paganos utilizaron el término, Dios, al dirigirse a sus ídolos, mientras que algunos usan el título, Padre, para una
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persona quien no es su Padre; no obstante, al hacer así, no convertirían a ídolo alguno en Dios; más de lo que, ellos hacían de los títulos del Dios verdadero, los títulos de los ídolos, realmente no más; de los que emplean mal la palabra, padre, tan corrupta que necesitamos, en este momento, llamar a nuestro padre terrenal, por algún otro nombre. {TN11: 7.5}
Y si aún, se protesta que estos títulos diferentes de la Deidad, son profanos porque las naciones idólatras los utilizaron; entonces por el ejemplo mismo de la lógica, se debió protestar también, que los equivalentes judíos sean más profanos, por causa de la idolatría más vergonzosa y reprensible de los judíos, quienes declaraban con jactancia los títulos del Dios verdadero; mientras iban tras dioses extraños, y mataban a sus profetas, ni aún así, perdonaron la vida de Su Hijo Unigénito. {TN11: 8.1}
La verdad misma es que en el momento, en que los paganos aceptaron el cristianismo, el Espíritu de Verdad exaltó, en un sentido cristiano, a estos profanados títulos de la Deidad, con lo cual, El demostró, que Dios; no creó nada en vano, y que no existen otro dioses antes que El. Por lo tanto, esos títulos, en vez de convertirse, en maldición para nosotros, deberían tener para nosotros mejor reputación que anteriormente, de la manera como el Hijo Pródigo tuvo, después de Su retorno a la casa de Su Padre. {TN11: 8.2}
El Apóstol reconoció esto, y por ello, no suscitó objeción alguna, cuando los Discípulos en Antioquía, asimismo se llamaron “cristianos,” por causa del nombre del Señor, en sus respectivos idiomas. (Hechos 11:26). {TN11: 8.3}
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Además, el hecho de que el Apóstol Pablo bajo inspiración, predicó a Dios entre los paganos; no en los términos (Jehová, Elohim, et al.) de la inteligencia y fe iluminada de ellos; sino en el término (del Dios desconocido) de la ignorancia y fe indocta de ellos, muestra que Dios aceptó otras formas de dirigirse a El, que la de los nombres judíos. {TN11: 9.1}
En este punto, como en todos los demás, estamos con los apóstoles y los profetas. Y como los apóstoles fueron hallados dignos de tener sus nombres escritos, en los fundamentos de la Santa Ciudad (Apocalipsis 21:14), nosotros de la misma manera, seremos hallados dignos de entrar por las puertas de perlas, (Apocalipsis 21:21) si nos abstenemos también de
USAR IRREVERENTEMENTE EL NOMBRE PROPIO DEL SEÑOR. {TN11: 9.2}
Si el nombre propio de Dios es Jehová, entonces ¿Sus criaturas nos atrevemos a dirigirnos a El, de una forma comúnmente irrespetuosa, llamándole por su nombre propio, en vez de usar uno de Sus títulos, Dios, Señor, Padre, Creador, Salvador; etc. Cuando ni pensaríamos concedernos nosotros mismos la más mínima familiaridad de irrespeto, para dirigirnos a nuestros padres terrenales con sus nombres propios – Juan, Jorge, Guillermo, Dorotea, Ruth, María, etc. – en vez de sus títulos paternales, Papá, Mamá?. Tal irreverencia, practicada por los paganos, podría ser excusada; pero practicada por cristianos educados,
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quienes deberíamos saber mejor, es inexcusable. Podemos usar la palabra, Jehová, con reverencia, sólo si un inconverso nos preguntase, ¿Quién es tu Dios?. Entonces, con solemne propiedad, podríamos responder, Jehová, el Único Dios vivo y verdadero. Aunque, podamos reverentemente dirigirnos a Dios, nunca usemos Su Nombre propio. {TN11: 9.3}
Como los antiguos judíos tuvieron temor de Dios, respetaron “su Divino Nombre y su sagrada pronunciación”, así también los cristianos de hoy en día deberíamos instruirnos. {TN11: 10.1}
No obstante, el nombre Hebreo más antiguo y venerado; no fue sólo nunca pronunciado comúnmente; sino que fue deletreado, en forma abreviada, de tal manera, que no pudiese ser pronunciado; tal es el caso, que su pronunciación original es desconocida. Todo lo que sabemos, en realidad es,
LA FORMA CONSONANTE, YHWH, YVB, O YHV. {TN11: 10.2}
Esta forma abreviada del Nombre, se les hizo a los traductores difícil de deletrear, como una palabra pronunciable. Por lo tanto, ellos decidieron añadir lo que creyeron que eran las vocales faltantes. El primer término silábico, en el cual hubo un acuerdo general fue, Jah. Otros derivados fueron suministrados por los diferentes traductores. Yahveh, Yahowah, o Yahovah fueron formulados para ajustarlos a ciertos idiomas. La forma inglesa envolvió como Jehovah. Por eso, cualquiera de las letras improvisadas que vaya a realizar el Nombre inefable, ¡puede no ser en realidad la palabra
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Hebrea después de todo! (Véase Funk & Wagnall Standard Dictionary, definición “Jehová”) {TN11: 10.3}
Si la teoría del nombre-original hubiese probado estar en lo correcto, no existe en el camino,
NADA QUE PREVENGA EL CAMBIO {TN11: 11.1}
Mientras que queremos más que nada, estar en lo correcto en todas las cosas; en consecuencia, si fuese pecado dirigirse a la Deidad en cualquier otro idioma que el Hebreo, cambiaríamos inmediatamente y sin vacilar nuestra manera verbal de dirigirnos a El. {TN11: 11.2}
Sin embargo, mientras que el asunto permanece, no sólo nos es imposible compartir cualquier entusiasmo respecto, a tal teoría del Nombre-original, y estar de acuerdo, en cualquier parte de verdad y el valor, que, algunos nos quieren hacer creer, lo que pretende, sino que también, estamos más persuadidos, aún más que antes, a no dirigirnos al Señor por Su Nombre propio. De hecho cada cristiano ampliamente alerta, debe ver claramente que conformarse a tal teoría, es hacer que los santos, insulten a su Creador, al dirigirse a El por Su Nombre propio, en vez de hacerlo por Su título, y también, sufrir los resultados funestos de convirtiese en entusiastas de alguna teoría, tan atrayente como virtualmente, excluir esas verdades vitales para su salvación. Por lo tanto,
ADMITAMOS: {TN11: 11.3}
Estas evidencias invalidan para siempre el movimiento, que está ahora en marcha, para descartar el uso cristiano de los títulos, Dios, Señor,
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Cristo, etc.; pués, dejar de dirigirse a la Deidad, por los títulos que El originó en los diversos idiomas, significaría, ¡una derrota para Dios, y una victoria para los ídolos! tales movimientos desorientados deberían ser
UNA LECCIÓN. {TN11: 11.4}
Todos los creyentes de la verdad presente, deberían ver la necesidad de evitar todo viento de doctrina, no importa, cuán verosímil o razonable parezca ser. Recuerden las palabras: “He aquí, que los que van hacia el país del Norte han contristado Mi Espíritu en el país del Norte.” (Véase la página 27 del Tratado N° 2, La Gran Paradoja de las Edades, Zacarías 6:1-8.) Obtengan su doctrina, hermano, hermana, únicamente de la copa dorada (Véase La Vara del Pastor, Volumen 2), y no sean como las ondas del Mar, llevadas por el viento de un lado a otro, no sean llevados por los muchos vientos de doctrina, que están soplando frenéticamente en toda dirección, para hacer que pierdan su camino al reino eterno. {TN11: 12.1}
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